«Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones» (Lumen Gentium, 11).
La llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta tarea de conversión es una misión ininterrumpida para toda la Iglesia, que recibe en su propio seno a los pecadores y que, siendo santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación. Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana: es el movimiento del corazón arrepentido, atraído y movido por la gracia a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero.
En nuestra parroquia, podrás confesarte todos los días antes de misa (en función de la disponibilidad de los sacerdotes).